DEMIURGO

"Este vicio natural, en el que los hebreos y los cristianos veían la huella del pecado original y por lo tanto la responsabilidad del hombre, aparecía en los gnósticos como un estatuto impuesto al hombre. Nadie provocó esta maldición que nos azota. El verdadero culpable es este demiurgo sádico-perverso que osó imaginar, hasta en el más mínimo detalle, este mundo tan cruel.Si el mundo es la obra de un dios de la bondad y la justicia —no la de un demiurgo inexperto y perverso— tendríamos que atribuirle entonces los pensamientos más bajos, los sueños más vergonzosos, las represiones más viles. ¿Cómo pudo concebir un Dios supremo los increíbles encadenamientos, mecanismos, destrucciones, masacres, aniquilamientos, que constituyen el ejercicio de la vida? ¿Qué espíritu retorcido pudo provocar en la hembra de la mantis religiosa, el deseo de aniquilar al macho durante la reproducción? ¿Qué ser de sadismo inconmensurable pudo imaginar la picadura paralizante de la avispa amófila, en la carne de las orugas, devoradas por el insecto alado? ¿Quién se atrevió a crear, con le fin de trastornar los caminos de la cópula, el horroroso sexo —la cloaca— de las tortugas? ¿Quién es el demiurgo paranoico que creó las bonas, esos gusanos marinos, en los que la hembra, cien veces más pequeña que el macho, vive en el esófago de su compañero, si se puede llamar a eso compañero? ¿Quién determinó, aseguró todos los procesos aberrantes, los rodeos, las bifurcaciones de la vida?"

Jacques Lacarrierre. "El fuego oscuro". fragmento del libro "Los gnosticos".