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domingo, 27 de mayo de 2012

IGLESIA CATOLICA



Disgusto por ciertas leyes y fallos sobre símbolos religiosos
     La Iglesia Católica intenta resistir el embate de leyes y fallos judiciales para prohibir la exhibición de símbolos religiosos en espacios públicos o, al menos, restringir las prácticas de esa índole en escuelas estatales.
     La ofensiva legal encendió luces de alarma entre los obispos: dijeron advertir, en esas maniobras, una suerte de "censura de la fe" o "persecución solapada" de quienes dicen poseer argumentos fundados para probar que las imágenes religiosas pueden ser una "amenaza" para la libertad.
     También despertó las críticas hacia una dirigencia política que parece querer fomentar el laicismo como "pensamiento único", entendiéndolo como la ideología que propugna la libertad no condicionada por religión alguna.
     La jueza Carmen Argibay, que integra la Corte Suprema de Justicia, supo llevar más leña al fuego al promover el retiro de los crucifijos de las salas de audiencias.
     "Soy una funcionaria de un Estado laico y recibo gente que puede tener todas las religiones o ninguna. Eso es libertad de culto. Tener un símbolo religioso condiciona", aseguró.
     El titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, salió al cruce de una iniciativa similar en Santa Fe: "No se puede borrar la historia religiosa o cultural de un pueblo desde una aparente actitud de progresismo cultural."
     Ahora, la controversia se generó en Salta. Un fallo del juez Marcelo Domínguez confirma la prohibición de rezar en escuelas del Estado y dispone el cese de las políticas que obligan a los alumnos a participar de prácticas propias del catolicismo en instituciones públicas.
     La situación no es menos tirante en el territorio bonaerense. El gobernador Daniel Scioli se declara creyente y hasta apeló a su fe en eslóganes de campaña para obtener la reelección.
     Desde diciembre pasado, rige un decreto firmado por él mismo que prohíbe colocar símbolos religiosos en los establecimientos públicos y hasta eliminar la bendición obligatoria de banderas y colegios por inaugurar, salvo que se trate de un acto ecuménico y lo decida la comunidad educativa.
     El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, y otros prelados ya pusieron el grito en el cielo. El rechazo más contundente llegó desde Mar del Plata cuando el obispo Antonio Marino reprochó que se hable de un supuesto "derecho a no creer". "Por defender el derecho a las minorías, no puede atacarse las convicciones de las mayorías", estampó.
     Con la lógica de que los símbolos religiosos constituyen una amenaza para la libertad, debería cambiarse la cuarta parte de los nombres de las provincias e innumerables denominaciones de ciudades y calles.

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