Si
se suspendiera hoy la indoctrinación religiosa de niños hasta la mayoría de
edad y dejaramos de inculcarles principios morales basados en tradiciones
religiosas de la edad de bronce, o dejaramos de asustarlos con el infierno si
se portan mal, y en cambio les enseñaramos idiomas, artes, ciencias, deportes y
una individualizada aplicación del pensamiento crítico a los problemas
cotidianos, en 50 años el mundo entero no solo sería irreconocible por la falta
de violencia, sinó que sería mucho mejor para vivir y criar familias y ser
feliz en los pocos años que nos regala la naturaleza.
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